Sin embargo
Por Jorge Vega
En estos tiempos de Inteligencia Artificial, de violencia gratuita, de crisis económica y social, que algunos místicos consideran un despertar colectivo de la conciencia, muchos hemos tenido que modificar, de una o varias maneras, nuestra forma de trabajar, de salir a la calle, de aprender, de enamorarnos, de cuidar nuestra salud.
Antes, en épocas que ahora llamarían de dominio heteropatriarcal, había una frase que decía: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar”, que hace referencia a prepararnos y aprender de los errores de los demás para evitar dificultades.
Sin embargo, pocos aprendemos de esa manera. Cuando cobró fuerza la internet, los periódicos impresos creyeron que nada podía ocurrirles, igual que pasó con la empresa Kodak cuando surgieron las cámaras electrónicas.
Nada ocurre con nosotros, hasta que ocurre. Entonces debemos enfrentar la crisis personal, aceptar nuestras responsabilidades y seguir caminando. O morir en el intento.
Pensé esto al ver la publicidad política. Ya no distingo al verde del rojo, del azul o el amarillo. Sólo veo una masa amorfa, gris, como cuando uno mezclaba todos los colores de la plastilina.
Los grupos políticos aún no se reinventan, siguen jugando a buscar el poder por el poder mismo, por los beneficios de grupo, no para guiar a los demás por los caminos oscuros de la vida. Ya nada es sagrado, nada merece respeto.
En otros tiempos, los generales marchaban al frente de los ejércitos. Hoy se esconden en camionetas blindadas y culpan de los errores a sus subordinados.
Sin embargo, el mar sigue en movimiento, a pesar de nuestro afán por controlar las corrientes marinas, por subirnos a lo alto del mástil y gritar que somos los dueños del mundo.