Por Maestra Ruth Holtz*
Amar sin soltar los celos, la envidia o la competencia. Amar sin soltar el miedo al rechazo o a la dependencia. Amar sin soltar al otro, a cumplir su deseo, amar sin soltar la armadura para no ser lastimado, eso no es amar. Sin embargo, muchas personas aman así, sin soltar el control, sin dejar a un lado sus expectativas, sin juzgar o esperar que el otro sea todo lo que se necesita.
Amar sin soltar no es amar. La gente ama con miedo, con una necesidad muy grande de garantizar que el otro sea lo que espera, lo que lo complete, lo que le siga el juego de sus patrones inconscientes.
Nuestras relaciones de amor son la principal área de trabajo en una psicoterapia. Como amamos refleja nuestro nivel de madurez, nuestra libertad, nuestra capacidad para abrazar sin poseer, amar sin encarcelar al otro en nuestros deseos.
Dejar de tener miedo es lo que nos permite amar soltando todo control, toda expectativa, todo sentimiento de posesividad y de reconocimiento. El amor no se vende a cambio de… lo que sea que se nos ocurra, para chantajear al otro y conseguir lo que se quiere a como dé lugar.
Amar soltando al otro, sólo acariciándolo sin esperar nada a cambio. Unirse sin adherirse como indispensable e incapaz de seguir de largo, sin comprometerse a nada, al menos que haya un acuerdo de ambas partes. No avanzar si el otro no quiere, no usar el amor para “volverse dueño del otro”.
Amar es la conexión más intensa con los otros, “si quieren”. Es una conexión que debe quererse de ambas partes. El amor no obliga, ama aún sin que se pueda hacer nada. Es una emanación.
Cuando amamos de otra manera que no es realmente amor, nos lastimamos. Condicionamos nuestra inclinación dependiendo de lo que queremos obtener del otro. Esperamos que como el ser amado es tan deseable, se pague el precio, se garantice que se obtendrá también el que la otra parte le ame a uno también. Pero el amor es libre, no obliga a amar. Cuando obliga deja de ser amor.
Gran parte de nuestro sufrimiento emana de las expectativas que tenemos de amar y ser amado. “Nos rompemos el corazón” por la reciprocidad, la respuesta a nuestro amor. Pero así no funciona. Tiene que ser algo que libremente es mutuo. Es la magia de los que aman porque sí sin esperar nada a cambio.
Amar es un desafío a nuestro ego, a centrar todo en nuestra persona, a obtener a como dé lugar lo que se quiere y necesita sin seguir el camino incierto de amar solamente hasta encontrar el eco que nos conteste sin presión ni expectativa, solamente porque se da. El amor así nos da felicidad. El amor sin soltar nos da sufrimiento. La psicoterapia nos enseña a encontrar en dónde extraviamos el camino.
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