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COLUMNA: Diario de Educación

Por Redacción Jun9,2025 #Opinión

Sin docentes no hay futuro: América Latina rumbo a 2030

Por Juan Carlos Yáñez Velazco

El reloj avanza hacia el año 2030 y con él se acorta el tiempo para cumplir las metas educativas globales. El Informe mundial sobre el personal docente. Afrontar la escasez de docentes y transformar la profesión, elaborado por la UNESCO y la Fundación SM, lanza una alerta insoslayable: si no se atiende la crisis del magisterio, será imposible alcanzar una educación primaria y secundaria inclusiva y de calidad. El mundo necesitará 44 millones de docentes en 5 años; de ellos, 3.2 millones en América Latina.

El problema es estructural y complejo. En una región históricamente marcada por desigualdades, la escasez docente no se debe tanto a la falta de aspirantes, sino a las condiciones que hacen poco atractiva la profesión. Jornadas interminables, salarios insuficientes, contratos inestables y escasa autonomía forman parte del paisaje cotidiano de miles de educadoras y educadores. La consecuencia es evidente: deserción profesional, especialmente en los primeros años de carrera, y pérdida del atractivo social de enseñar.

A diferencia de África Subsahariana -donde el crecimiento poblacional explica buena parte de la escasez- en América Latina la raíz está en el deterioro de la profesión. Pese a esto, el informe no se limita al diagnóstico. Propone un viraje hacia un nuevo contrato social que revalorice la docencia como pilar del desarrollo sostenible, no como recurso de segunda categoría, convicción que camina en paralelo con otro documento de la propia UNESCO: “Reimaginar juntos nuestros futuros. Un nuevo contrato social para la educación” (2021).

Chile, con su Sistema de Desarrollo Profesional Docente, se presenta como un caso a observar, aunque no exento de tensiones. Asimismo, el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) demuestra que el liderazgo escolar y la colaboración docente pueden elevar el rendimiento académico, incluso en contextos adversos. La lección es clara: cuando se invierte en el magisterio, hay resultados.

Otro tema ineludible es la formación: pensarla como un proceso continuo, articulado entre teoría y práctica, más allá de cursos sueltos. Vincular las instituciones formadoras con las realidades escolares y comunitarias se vuelve indispensable. Y la equidad de género atraviesa todo el panorama: aunque las mujeres predominan en el aula, siguen excluidas de los espacios de poder educativo, además de enfrentar condiciones laborales precarizadas.

El informe propone una hoja de ruta: mejorar condiciones laborales, ofrecer desarrollo profesional significativo y garantizar participación docente en la toma de decisiones. También recuerda que la inversión educativa recomendada debe situarse entre el 4% y el 6% del PIB, cifra que muchos países de la región aún no alcanzan.

Pese al escenario complejo, no todo es desolación. En América Latina resisten las vocaciones, florecen redes colaborativas y persiste una tradición pedagógica crítica que renueva su compromiso con la justicia social. Enseñar, en muchos rincones del continente, sigue siendo un acto de resistencia.

El 2030 se aproxima y las metas se alejan. Si la región quiere acercarse al horizonte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, debe colocar a sus docentes en el centro de las políticas públicas. Porque sin ellos, la escuela pierde sentido. Y sin escuela, el futuro es apenas una promesa vacía.

(Resumen adaptado a partir del artículo original publicado el 4 de junio en “El Diario de la Educación”, España).

Las opiniones expresadas en este texto periodístico de opinión son responsabilidad exclusiva del autor y no son atribuibles a El Comentario.

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