Por Alejandro González Gutiérrez
Hace algunos años, destacaban los conceptos como multimedia e interactividad. Esa mezcla de textos, sonidos, imágenes e interacción, a veces automatizada, proporcionaba al espectador una experiencia diferente a la tradicional de acceso a una lectura de documentos o a la manera de escuchar la radio en una grabadora fija o en automóvil. Hoy, escuchamos o leemos sobre plataformas, streaming, cross-media, transmedia o multiplataformas y varios más. A un poco más de una década, hablábamos aún de las masas cautivas de los medios, aquel grupo enorme de personas que posiblemente atendían una comunicación o escuchaban un programa de radio en su aparato en casa u oficina, en estos días, referimos audiencias y segmentación cada vez más especializada y fragmentada.
Ahora la información como tal, sea escrita, sonora o audiovisual, se encuentra en todo momento en constante cambio; si no permaneces emitiendo en vivo a través de antena, estás presente en un live por redes sociales o ya actualizaste una entrada de blog. El dilema (potencial o presente en muchos casos) es que el tema de los contenidos de la radio en contexto digital, continúa centrándose en los estándares de la transmisión tradicional, sobre todo a nivel técnico, desaprovechando en repetidos casos, ventajas y oportunidades que ofrecen los ecosistemas digitales. Ya lo decía Montse Bonet (2007), se ha invertido mucho tiempo en mejoras técnicas (cuando el presupuesto lo permite) y se cuida más el formato que la creatividad e innovación hacia las nuevas audiencias, las nuevas demandas, convirtiéndose en uno de los grandes retos del medio radial hoy en día frente a la oferta programática.
Varios apuntes de estudios del tema y firmas consultoras, señalan que los medios debemos mirar hacia la convergencia de diversos enfoques de producción que llevan consigo en común denominador, la narrativa transmedia. De origen, la narrativa siempre ha estado presente en la historia de la humanidad, la manera en la que vamos aplicándola ha sido la diferencia y más, a partir de la evolución constante de las vías digitales a las que hemos tenido acceso y continuamente se encuentran en evolución.
Desde 2003 cuando Jenkins introducía el término en cuestión (Scolari, 2013), se podía vaticinar la necesidad de prepararnos para adaptar nuestra comunicación a una gran cantidad de canales que ofrecían un lenguaje propio y que pronto estaría influenciado por las características particulares de los diferentes segmentos de usuarios, aquellos catalogados bajo los estándares conocidos como baby boomers, generación x, millenials, entre otros. Así, en algunos casos de manera formal y en otros en modalidad empírica, se van uniendo a las diversas plataformas, gran cantidad de medios, mensajes, información (y desinformación) a la que se tiene acceso.
En sus estudios concluyentes, el capítulo mexicano del Interactive Advertising Bureau (IAB), señaló que en su encuesta 2019 con una muestra de 1297 personas, 7 de cada 10 declaró tener un dispositivo complementario, ya sea Smart tv, bocinas inteligentes, dispositivos de streaming, etc. El 90% utiliza el Smartphone y el 87% se conecta a través del mismo. Se ha fortalecido actividades como la escucha de música y la radio en línea, así como leer libros electrónicos, todo gracias a las casi 8 apps que en promedio la ciudadanía mexicana tiene instaladas en sus dispositivos móviles. Seguramente muchos tendremos más de 10 y dependerá de los contextos o actividades personales o profesionales a las que nos encontremos asociados, además, faltará abonar las modificaciones en los comportamientos digitales que están por verse, durante y postpandemia.
Así pues, la generación de contenido transmedia se puede explicar como aquella comunicación que se distribuye mediante diferentes formatos y canales, sean visuales, verbales, híbridos, interactivos. Sin embargo, es prioritario destacar que no es contar la misma historia o narrar lo mismo pero en diferentes canales, sino que implica el planificar, diseñar y ejecutar un estrategia, por lo tanto, no queda en una adaptación de lenguaje, va más allá, pensando en el aprovechamiento de las bondades y características de cada plataforma o canal, una “práctica de producción de sentido e interpretativa, basada en historias que se expresan a través de una combinación de lenguajes, medios y plataformas” explicó Scolari (2013). Entonces, prudente reiterar el camino en el que debemos continuar formándonos para quienes nos encontramos generando contenido desde los medios ya sean escritos, auditivos, visuales. Un camino que exige atención para evitar estancamientos y brechas en la comunicación.
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